Todo odio y revuelta concentrados resultaron en la confección del artefacto que materializa en el plano físico esos sentimientos. Una vez detonado, su contenido destructor asola lo material, repercutiendo sus efectos en planos más sutiles (astral).
Grandes prejuicios para el planeta, grandes prejuicios para la humanidad. Se esterliza la vida por donde pasa la fuerza destructora. Quema y aprieta la vida al desaparecimiento. Pulveriza y consume la energía que lleva milenios para restaurarse.
Se crea un vacío que pasa a representar zona en desequilibrio y consecuentemente a succionar todas las fuerzas restauradoras para sí, como fuerza centrípeda, a convergir toda suerte de vibraciones, capaces de reconstruirle el tenor vibratorio pertinente a la vida.
El magnetismo del globo entonces se altera, pues hay mayor concentración de energía en aquel lugar, como la piel que se repuja al cicatrizar de una herida, retornando la forma y el color originales de la salud, volviendo al equilibrio.
Nuevas heridas no deberían ser abiertas, porque muchos conflictos de hoy pudieron haber sido evitados si gran parte de la energía vital no estuviese siendo direccionada para la recuperación de esas dos llagas principales.
Paulo de Tarso
GESH, 04/01/2002 Vitória, ES Brasil